JUEGO
El juego es
importante para el sano desarrollo del cuerpo y el cerebro. Permite a los niños
involucrarse con el mundo que los rodea; usar su imaginación, descubrir formas
flexibles de usar los objetos y resolver los problemas, y prepararse para los
roles que desempeñarán de adultos. El juego no es algo que los niños hacen para
gastar energía antes de comenzar con el verdadero aprendizaje, sino que es el
contexto en el que se realiza gran parte del aprendizaje más importante.
El juego
contribuye a consolidar todos los dominios del desarrollo. Por medio del juego
los niños estimulan los sentidos, ejercitan sus músculos, coordinan la visión
con el movimiento, obtienen dominio sobre su cuerpo, toman decisiones y
adquieren nuevas habilidades. Los niños de diferentes edades tienen estilos de
juego distintos, juegan a cosas diferentes y dedican cantidades diferentes de
tiempo a diversos tipos de juego.
A medida que
mejoran las habilidades motoras gruesas, los preescolares ejercitan sus
músculos cuando corren, saltan, brincan, retozan y lanzan. Hacia el final de este
periodo y al inicio de la niñez media, el juego rudo, que incluye luchas,
patadas y persecuciones, se vuelve más común, sobre todo entre los niños.
Esos niños
participaban en un juego que implicaba personas o situaciones inventadas; ésta
es una de las cuatro categorías de juego que, según la identificación de
Smilansky (1968), muestran niveles de complejidad cognoscitiva cada vez
mayores. Las categorías son juego funcional, juego constructivo, juego
dramático y juegos con reglas. Si bien ciertos tipos de juego son más comunes
en determinadas edades, los tipos de juego pueden ocurrir en cualquier momento.
La categoría
más simple, que empieza durante la infancia, es el juego funcional (llamado también juego
locomotor), que consiste en la práctica repetida de movimientos de los músculos
largos, como hacer rodar una pelota.
La segunda
categoría, el juego
constructivo (al que también se le llama juego con objetos), es el uso
de objetos o materiales para construir algo, como una casa de cubos o hacer un
dibujo con crayones. Se estima que los niños juegan con objetos entre 10 y 15%
de su tiempo.
La tercera
categoría, el juego
dramático (al que también se le denomina juego de simulación, juego de
fantasía o juego imaginativo), implica objetos, acciones o papeles imaginarios;
se basa en la función simbólica, que surge durante la última parte del segundo
año. El juego dramático implica una combinación de cognición, emoción, lenguaje
y conducta sensoriomotora. Puede fortalecer el desarrollo de las conexiones
densas en el cerebro, así como la capacidad posterior para el pensamiento
abstracto. El juego
dramático alcanza su punto más alto durante los años preescolares, incrementa
su frecuencia y complejidad.
Los juegos formales con reglas, organizados con procedimientos y penalizaciones conocidas, como las canicas y
la rayuela. Sin embargo, muchos niños siguen practicando el juego de simulación
mucho después de los años de la primaria.
Al principio
los niños juegan solos, luego al lado de otros niños y por último juegan
juntos. Al parecer,
Parten consideraba que el juego no social es menos maduro que el juego social.
Sugirió que los niños pequeños que siguen jugando solos pueden desarrollar
problemas sociales, psicológicos o educativos. Sin embargo, ciertos tipos de
juego no social, en particular el juego paralelo y el juego independiente
solitario, pueden constar de actividades que favorecen el desarrollo
cognoscitivo, físico y social.
Por lo
general, los niños participan en más juego dramático cuando juegan con alguien
que cuando lo hacen solos. A medida que el juego dramático se hace más
colaborativo, los argumentos se hacen más complejos e innovadores y ofrecen más
oportunidades para practicar las habilidades interpersonales y de lenguaje y
para explorar los roles y convenciones sociales. Cuando simulan juntos, los
niños desarrollan habilidades conjuntas de solución de problemas, planeación y
búsqueda de metas; pueden comprender el punto de vista de otras personas y
construyen una imagen del mundo.
Un tipo
común de juego dramático implica la presencia de compañeros imaginarios. Este
fenómeno normal de la niñez se observa más a menudo en los primogénitos y los hijos
únicos que carecen de la compañía cercana de hermanos. Las niñas son más
propensas que los niños a tener amigos imaginarios, o al menos a reconocerlos. Los
niños que tienen compañeros imaginarios pueden distinguir la fantasía de la
realidad.
Si bien el
vocabulario de los niños de cinco años y medio con amigos imaginarios no es
mayor al de los niños sin estos compañeros, los relatos de los primeros acerca
de sus experiencias personales y de los libros de cuentos son más complejos.
Para los
tres años de edad, es mucho más probable que las niñas jueguen con muñecas y
juegos de té y que los niños prefieran pistolas y camiones. Las niñas suelen
elegir a otras niñas como compañeras de juego mientras que los niños prefieren
a otros niños.
Comentarios
Publicar un comentario